Txema Landa
Nuestros vecinos y ocupantes, las potencias colonizadoras de nuestro país, han llegado a tal grado de obsesión para seguir manteniendo su estatus colonial, que han optado de forma clara y contundente por el enaltecimiento de la guerra, al negarse en redondo a dar salida a la decisión unilateral, tanto en la entrega de armas, como en el camino hacia la disolución de ETA.
Pero una cosa es no colaborar, eso era de esperar y otra muy distinta, llamar a declarar a las personas que, por iniciativa de diversas organizaciones internacionales, están tratando de pomover espacios para la paz en Euskal Herria.
Primero fue la Audiencia Colonial Española (AN), que en respuesta a una denuncia y con el visto bueno del fiscal, llamó a declara a los miembros de la Comisión Internacional de Verificación y le han seguido sus colegas parisinos quienes han enviado a los miembros del Grupo Internacional de Contacto a declarar a la comisaría de Baiona donde al parecer les han mostrado, entre otras cosas, fotos policiales de supuestos miembros de ETA.
La estrategia de los agentes colonizadores es evidente: Quienes están tratando de ayudar a dar por terminado uno de los aspectos violentos del conflicto, pasan, a través de la intervención de los tribunales coloniales y sus policías a ser sospechosos de, cuando menos, colaboración con “banda armada” o “asociación de malhechores”.
La respuesta de la parte vasca ha sido, a mi modo de ver, contundente, han sido acompañados por el Lehendakari y el secretario de Paz y Convivencia en Madrid y por el Vicepresidente del Consejo General del departamento acompañado de una diputada y varios concejales en el caso de Baiona. Prueba de la contundencia es la respuesta de los medios de la metrópoli.
En este asunto están claras las dos posturas, por una parte la denegación de auxilio mínimo a la paz o enaltecimiento culposo de la guerra, de las potencias coloniales: España y Francia. Y por otra la búsqueda de la paz por parte de la ciudadanía vasca y una parte mayoritaria de sus dirigentes institucionales y políticos.
El acoso mediático, judicial y policial de las potencias colonizadoras no debe de hacer mella en la sociedad vasca de la que, al menos una mayoría abrumadora, ha decidido pasar página y trabajar no solo por la solución de todos estos asuntos con justicia, sino afrontando, a la vez, una nueva insurrección soberanista que nos lleve a desprendernos de la lacra de los colonizadores para pasar de colonos a ciudadanos libres.