Las urnas han hablado de modo más o menos claro. Más allá de lo que ocurra en España -la alternancia partidista no ofrece nada nuevo a los vascos, por más que algunos se empeñen en ver ventajas y no inconvenientes en un gobierno popular-, son los vascos quienes tienen que mirar hacia dentro y plantearse ahora la pregunta: ¿Qué hacer?
Estamos hablando de 12 escaños en el Parlamento Español. Un resultado más que notable si tenemos en cuenta, sobre todo, el maltrato publicitario que una de las formaciones abertzales, Amaiur, ha sufrido durante las últimas semanas.
En tiempos de crisis, pues, asistimos a un crecimiento del sentimiento abertzale. Aunque digno y justo sea decir que dicho sentimiento ya existía con anterioridad (otra cosa es que desde el punto de vista de las instituciones políticos dichos planteamientos fueran clandestinos en virtud de la situacion de ilegalidad que ha estado viviendo la izquierda abertzale).
Desde la Fundación Euskaria seguimos abogando por la acumulación de fuerzas soberanistas. Y conste que ponemos el acento en el soberanismo. Es por ello que, inmersos como estamos en un clima de atenuación de la violencia -merced a la “bajada de persiana” de ETA-, es momento ya de definirse. Sea a favor de una ruptura total con España y Francia, sea a favor de seguir manteniendo una relación más o menos amistosa que permita un óptimo anclaje de Euskal Herria dentro de los estados que la ocupan.
En ese sentido, me parece interesante que, poco a poco, la izquierda abertzale independentista (representada en estos comicios por Amaiur) vaya convirtiéndose en el mayoritario interlocutor de los vascos en Madrid. Una circunstancia que, en los próximos años, pondrá aún más difícil al Partido Nacionalista Vasco poner en práctica su tradicional inercia para pivotar a su izquierda y a su derecha.
Más allá de convencionalismos políticos, es evidente que lo que ahora importa, más que nunca, es sumar fuerzas en Madrid. No tanto para poder condicionar la política española -bien blindada merced a la mayoría absoluta de la que goza Mariano Rajoy-, sino más bien para mostrar que el abertzalismo está más vivo que nunca y, sobre todo, para que quede de manifiesto que, si bien en Madrid somos pocos, en la Comunidad Autónoma Vasca somos mayoría y en la Comunidad Foral somos una fuerza importante.