No sé si la recuerdan ustedes, pero rememoro ahora cierta película británica titulada “Excalibur”. Allá por los años ochenta, el filme describía las andanzas del Rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda. En un momento de tregua, Uther Pendragon (padre del futuro Rey Arturo), recibe la oferta de su oponente en la guerra que lleva años desangrando Britania: arrodillarse ante la espada Excalibur a cambio de alguna contrapartida. “¿Vos en qué cederéis?”, le pregunta a Uther, quien le contesta: “¿Ceder yo”. Es entonces cuando el mago Merlin le propina un codazo y le dice: “Justo es lo que pide”. Benditas parábolas las del Séptimo Arte.Me hago cargo de que las comparaciones son odiosas, pero imaginen -siquiera por un momento- que la discusión entre Uther y su enemigo es la del movimiento independentista de izquierdas (Bildu EH incluido) y el gobierno español. Salvando las distancias, por supuesto, ya que no me interesan tanto los agentes de la discusión, sino más bien la actitud.
En estos momentos, quien más soberbia está demostrando es precisamente es el gabinete Zapatero, incapaz de dar el brazo a torcer, a pesar de los evidentes gestos de distensión que se han producido por parte de su oponente político.
Nos guste o no, la normalización política (la Paz, en suma), será fruto de la capacidad de ceder que tengan las partes implicadas en el conflicto. Poco se avanza cuando se enarbola la bandera de la prepotencia.
Como de costumbre, los gobiernos de turno de Madrid -nunca mejor dicho lo de “turno”- se obstinan en manejar el conflicto vasco con un ojo puesto en Euskal Herria y otro en las próximas elecciones. Y así nos luce el pelo a todos. Sobre todo a quienes en este País vivimos.
Hora es de agarrar el toro por los cuernos. Retrasar pasos hacia la distensión contribuirá a perpetuar el contencioso. Y llevamos unos siglos ya.
Raúl Arkaia (miembro de la Fundación Euskaria)