Amaia Ereñaga @GARA_aerenaga
La cita más importante de nuestra cultura, la Feria del Libro y Disco Vascos o Azoka de Durango, prepara su paso más arriesgado: de lo presencial al formato online, un salto forzado por la situación de emergencia sanitaria.
A la espera de los resultados que pueda dar de sí lo que es un auténtico experimento, abrimos el foco para fijarnos en las plataformas puestas en marcha por el sector del libro durante estas últimas décadas, y que han tenido un crecimiento espectacular con la pandemia. Las redes son escenario de una batalla sorda y encarnecida; una lucha online y planetaria de David contra Goliat con un objetivo principal a batir: gigantes como Amazon.
La frase es del poeta catalán Joan Margarit (1938) y la pronunció en una entrevista reciente: «Las librerías son la libertad». Libertad de encontrar otras ideas, libertad de hallar entre sus paredes otras voces, escenarios y mundos. Si desaparece una librería, nos empobrecemos un poco más en lo cultural… pese a que, cuando hacemos click en la página web de una gran plataforma online, léase Amazon, posiblemente ni hayamos reparado en ello. Porque del porcentaje que Amazon le da al comerciante, librero en este caso, no vive nadie. Bueno, sí, con las ganancias se llenan aún más las arcas de Jeff Bezos, el verdadero rey Midas de este confinamiento planetario. Azuzado por la situación creada por el virus y por una ecuación que necesita revertir –más consumo de bienes culturales, bajada de la venta presencial y ventas online disparadas–, el sector del libro se está armando de nuevas armas para esta lucha que se está desarrollando en un tablero de batalla virtual. Son iniciativas como Bookshop.org, una plataforma de apoyo a las librerías independientes que ha llegado ahora a Inglaterra tras solo medio año de éxito arrollador en EEUU; Todostuslibros.com, la web del gremio de libreros del Estado español, en la que también están integrados los de Hego Euskal Herria; o Librairies-nouvelleaquitaine.com, la plataforma de las tiendas independientes del departamento de Aquitania en la que están también vascas como Elkar.
Peio d’Uhalt: «La cultura no necesita de algoritmos». Tenía que ser en el Estado francés. En otro lugar, hubiera sido impensable. El 2 de noviembre, un día después de la puesta en vigor del segundo confinamiento, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se plantó ante una librería. Rodeada de periodistas, lanzó un llamamiento a los ciudadanos para que «no compren en Amazon; porque supone la muerte de nuestras librerías y del pequeño comercio de barrio». No era la única representante institucional en tomar esta postura; más alcaldes del Hexágono, los gremios de libreros, editores, escritores y, en general, todo el mundo de la cultura, han clamado contra plataformas como Amazon. Más cuando se conocieron las restricciones dictadas por el Gobierno de Jean Castex: se endurecían las condiciones del primer confinamiento y los productos culturales pasaban de golpe a dejar de ser un bien de primera necesidad. Esto, en el Estado francés, donde la protección de la cultura es parte casi de la identidad nacional, levanta ampollas y debates encendidos en los medios.
«En el Estado francés, se está produciendo actualmente un gran movimiento contra Amazon. Todos nosotros somos conscientes de que detrás de esta plataforma se esconde un gran riesgo para la cultura, porque la cultura necesita pluralidad. La cultura necesita emociones y personas, no algoritmos y plataformas gigantes, porque va en contra de la cultura y, en nuestro caso, contra las lenguas minorizadas como el euskara. Por eso estamos luchando», explica Peio d’Uhalt, director de la tienda Elkar de Baiona. El caso de esta librería veterana e icónica es esclarecedor: debido a la crisis, tuvieron que abandonar su espacio de Baiona Ttipia para pasarse a un nuevo emplazamiento, al otro lado del río. Sin poder recuperarse de las pérdidas del primer confinamiento, llegó el segundo –con el cierre de comercios no esenciales, aunque con la posibilidad de venta de encargo por el sistema click and collectus– y, reflexiona, «veremos qué pasará, porque el fin de año es complicado».
¿En diciembre podrán abrir las puertas? Una pregunta importante, porque es un mes clave por las ventas navideñas. Un 25% de la facturación anual, según d’Uhalt. Mientras, la cultura se está movilizando. «Estamos en una plataforma de grandes dimensiones organizada por las librerías independientes, que se llama Librairies Indépendantes en Nouvelle-Aquitaine (librairies-nouvelleaquitaine.com) y que organizamos entre todos los libreros. Hasta ahora solo se podía reservar y pedir libros por esta web, pero no pagarlos. Ahora se está preparando para que también se pueda comprar desde la web», añade el librero.
De Durango a Londres
Son días de trabajo frenético en la asociación Gerediaga de Durango, la organizadora de la Azoka o Feria del Libro y Disco Vascos. Los tradicionales y abigarrados stands del espacio Landako, como si esto fuera una especie de Matrix, han desaparecido y solo tendrán vida en el mundo virtual. Allí se mostrarán las novedades y se venderán, todo ello desde Durango. Por los gastos, de cada producto se les facturará a las editoriales un 12%.
Arantza Atutxa, la gerente de Gerediaga, anda a vueltas con cómo se presentarán los productos en la página web –de forma aleatoria, para evitar favoritismos–, con la cesta, los envíos… en suma, con todos los frentes abiertos para una plataforma en la que se agrupará y venderá toda la producción de la cultura vasca de este año. Un experimento en toda regla… ¿que puede tener continuidad en el futuro para la producción en euskara? «Pues no lo sé, la verdad –contesta Arantza Atutxa–. El sentido de la Azoka es como lugar de encuentro y para nosotros que sea presencial y esa cercanía es muy importante. Nosotros hemos puesto en marcha esta plataforma obligados por la situación. Hay que tener en cuenta también que todavía existe una resistencia hacia la compra online, tanto de los compradores como de los vendedores. Aunque también creo que un mercado pequeño como el de la creación en euskara necesita de todas las plataformas posibles. Pero hasta qué punto pueda servir como punto de partida para otro proyecto, realmente no lo sé».
Lo cierto es que la web que Gerediaga pondrá en marcha en las fechas de la feria tiene algunos puntos en común con Bookshop.org, aunque también divergencias: en la Azoka, venden directamente las editoriales; en Bookshop, las librerías independientes. Puesta en marcha en enero en Estados Unidos, Bookshop nació como alternativa a Amazon y va como un tiro. El funcionamiento es sencillo: Bookshop se encarga de la venta y el envío, que incluye descuentos de un 7% para los clientes. Por cada compra hecha en su sección, la librería recibe una comisión del 30%, y las ventas hechas en la zona común generan un 10% destinado a un fondo que se redistribuye entre los miembros de la plataforma. Es menos, eso sí, del 40-45% que generalmente gana un librero inglés.
En declaraciones a ‘The Guardian’, Andy Hunter, escritor y uno de los creadores de la plataforma, apunta que «el viaje ha sido brutal. Aunque preveíamos que necesitaríamos seis meses para prepararlo todo, cinco semanas después de abrirla llegó el covid-19 y empezamos a hacer negocios masivos». Empezaron con 250 librerías; ahora tienen 900 en Estados Unidos. De los 50.000 dólares facturados en febrero, pasaron a 150.000 en abril y, en junio, en un día se llegaron a vender un millón de libros. En su lanzamiento en noviembre en Inglaterra también arrasó: los primeros cinco días recaudó más de 55.000 libras (60.000 euros) en comisiones para sus 250 miembros ingleses.
Todostuslibros.com o cómo reforzar la cadena del libro
«La cadena del libro es muy débil; las ganancias tienen que repartirse entre la editorial, el distribuidor y el vendedor», explica Hedoi Etxarte, uno de los socios de la librería y editorial Katakrak de la calle Mayor de Iruñea. Katakrak, junto a otras librerías de Hego Euskal Herria como Cámara, Hontza, Kaxilda, la cadena de Elkar y otras más pequeñas, están en Todostuslibros.com, la plataforma con la que CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías) está plantando cara a Amazon y que, aunque se creó en 2011, se ha revitalizado, ampliado y potenciado este año. «¿Qué es lo que hace una plataforma, sea Amazon o Globo? –explica Hedoi Etxarte–. Sin hacer nada, porque no tiene un stock, y solo con tener una página web y una aplicación, ganan dinero. ¿Y eso qué provoca en una cadena débil? Se empequeñece la tarta y se convierte en un punto de presión. Porque lo habitual es que cuando una tienda empieza a vender con ellos, al principio va todo muy bien; pero cuando empiezas a vender mucho, llega Amazon», añade Etxarte. Se hace eco así de las quejas de muchos negocios, que ven cómo la plataforma de Jeff Bezos cambia de estrategia según las ventas, subiéndoles los márgenes o incluso haciendo la competencia a sus propios clientes. Del 30% que se suele citar como el margen idóneo para poder mantener una librería, en Amazon puede llegar a quedarse en la mitad.
La plataforma Todostuslibros anuncia en su página web que ofrece «4.252.474 referencias de libros y 1.550.899 títulos con disponibilidad». Lanzamos una búsqueda con ‘Aitaren etxea’, de Karmele Jaio. La tienen en 294 tiendas; de ellas, 37 en euskara, y en un mapa nos dan de forma muy visual su ‘emplazamiento’, así como cuántas hay disponibles, una ficha y hasta, en algunos casos, unas líneas con la recomendación del librero. Todo en click; eliges, encargas y compras. Se nos ofrecen hasta los datos reales de las ventas en las librerías estatales.
«Este año nos ha cambiado por completo. Siempre hemos tenido venta online, pero en el confinamiento aumentó y después no ha descendido. La gente se ha acostumbrado a encargar online, porque igual hay gente que no quiere salir a al calle o no vive en Iruñea..», explica Etxarte. Con la aparición en los medios de la renovada plataforma de CEGAL también se ha percibido un cambio, como, si de pronto, algunos clientes les hubieran descubierto… en detrimento de Amazon. Porque en esta plataforma no solo hay editoriales grandes; están todos los libros, también las autoediciones. Este tipo de iniciativas han venido para quedarse: «Ha pasado de ser algo residual y de que haya unos 2-3 pedidos diarios, a triplicarse o incluso cuatriplicarse», añade Etxarte.