Gearóid Ó Loingsigh
05/10/2016
Sin lugar a dudas, la victoria del No en el plebiscito del 2 de octubre fue una sorpresa para muchos, incluso los de la campaña por el No. Representa una derrota múltiple, por un lado, Santos fue derrotado en las urnas, el Acuerdo Final fue derrotado y las FARC también. La derrota no es la misma en cada caso.
Santos perdió su intento electoralista de ligar la suerte del plebiscito al futuro de su candidato presidencial Humberto de La Calle. El Acuerdo fue derrotado sin siquiera formar parte del debate real y por supuesto fueron derrotadas las FARC, parte del No claramente votó expresando su rechazo a la organización. También hubo otra derrota, el deseo de los colombianos de vivir en paz. Aunque la verdad es que esa última derrota se veía venir de todas formas, pues el Acuerdo propone terminar la balacera con las FARC y no tanto conseguir la Paz.
¿Cómo llegamos a este punto?
El voto No, es la consecuencia de una serie de actos, acuerdos y connivencias del gobierno, las FARC, la izquierda legal y las ONG.
El primero de esos fue la adopción del modelo irlandés de un proceso a puerta cerrada cuyo contenido y discusiones fueron un secreto y el pueblo no tenía ni voz ni voto, no tenían ningún derecho de saber ni opinar. Los llamados expertos pensaban que eso era mejor Vicenç Fisas de la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona dijo “Sería terrible que tuvieran que hacer un comunicado diario, como en el Caguán o en Cuba, con el Eln, entre el 2005 y 2007. A los medios hay que pedirles paciencia”.1 Exagera, en los casos citados, no emitieron comunicados diarios, y en este proceso, tampoco se quedaron callados, pero la idea fundamental era: hagámoslo a espaldas del pueblo, exigía paciencia del pueblo no de la prensa.
El pueblo no participó, no obstante algunos foros (donde asisten y escuchan más que nada) y el envío a la Habana de miles de propuestas. Nadie sabe que pasó con las propuestas que les llegaron. Las organizaciones que llegaron a Cuba, opinaron pero no saben que pasó con sus opiniones, el debate era entre dos, el Estado y las FARC. Después de cuatro años de decirle a la gente que no tienen derecho a participar sino solo a figurar, aunque es inesperado, lo que ocurrió en el plebiscito no es tan extraño.
En el debate, la campaña de ex paramilitares, paramilitares, narcotraficantes, terratenientes, grandes empresas, representados por el Centro Democrático de Colombia, mintió una y otra vez. Pero la verdad es que el Sí también mintió. La izquierda hablaba de reforma agraria cuando el Acuerdo lo descarta y el documento de las FARC presentado en su Conferencia X lo reconoce.2 Habrá impunidad para los militares y los empresarios a quienes equiparan a los rebeldes de las FARC (en sí un insulto grave, el rebelde es opositor altruista, los militares, criminales del Estado y los empresarios, criminales en busca de su propio beneficio). Estos y muchos más temas no formaron parte del debate por una sencilla razón.
La izquierda colombiana hizo una alianza con el gobierno de Juan Manuel Santos en nombre de la paz, no sólo cuando pidieron votar por él en la segunda ronda en 2014, sino en el marco de las discusiones sobre la paz. Aceptó que el pueblo no tuviese ni voz ni voto y cuando comenzaron a publicar los borradores de los acuerdos, no dijeron nada sobre el vergonzoso contenido. Se callaron en nombre de la paz. La izquierda legal, del Polo, y las ONG, con algunas excepciones, no es un mundo poblado por idiotas sino tiene mucha gente inteligente, capaz, analítica y hasta algunos con consciencia. Empero, no dijeron nada sobre los vacíos de los acuerdos. Nunca abrieron ese debate. La izquierda aceptó que es mejor no discutir y confiaban en el cansancio de la guerra para ganar un plebiscito.
¿Quienes votaron No?
Nada más saber el resultado, comenzaron a señalar que las ciudades votaron No y el campo Sí, las víctimas Sí y las no víctimas No. Sin embargo, la situación es mucho más compleja y no se puede reducir a crudos argumentos como ese. Es cierto que Antioquia es el departamento que mayor impacto tuvo a favor del No. Pero cuando miramos a municipios rurales, como Segovia, escenario de la masacre de 1988 cuando el Partido Liberal (donde militaba Uribe en ese entonces) dio la orden a los paramilitares y militares y masacraron a 43 personas por haber votado por la UP y en contra de los liberales vemos otra realidad. En 1996, el capitán Cañas dirigió un grupo paramilitar que masacró a 13 personas en dos barrios del pueblo. En 1997 los paras y los militares mataron a 250 personas, muchos de ellas defensores de derechos humanos. En 1998, el ELN atacó el oleoducto y el incendio posterior, no intencional, incineró a 84 personas en Machuca, Segovia. Luego en 2001, los paras mataron a siete personas en ese mismo lugar, por nombrar solo unos hechos. No hay duda, el municipio tiene sus víctimas, ha vivido la guerra como ningún otro, pero votó claramente por el No. Sin embargo, solo votaron 19% de la población.
En Bojayá lugar donde más de cien personas murieron en un ataque de las FARC contra los paramilitares atrincherados en el pueblo, 96% votaron Sí. Parece ser contundente, y se utilizó como prueba de esa división rural/urbana, víctima/ no víctima. Pero apenas 30,37% de los votantes inscritos salieron a votar en ese municipio. Segovia y Bojayá son pruebas de algo que los medios, la izquierda, el Estado y las ONG no quieren reconocer, es que las razones por el No son más complejas y la abstención derrotó a todos, ninguno de ellos pudo motivar a la gente a votar. Casi 63% de la población no salió a votar y en los municipios más afectados por la violencia la abstención ascendió a cifras entre el 70% y 80%.3
Todo eso es el resultado de un proceso a espaldas de la gente. Que Uribe aprovechó la ignorancia de la gente, metió temas de miedo, apeló a un catolicismo reaccionario logrando meter hasta los derechos de los LGBTI en el debate, pues sí. Pero lo hizo ante una izquierda que en alianza con el Estado decidió que era mejor pedir a unos ignorantes votar que educar, debatir y discutir. El vacío de ignorancia es una creación del mismo proceso, es un requisito del proceso. Los que votaron Sí tampoco lo hicieron pensando en el contenido. Algunos creían que habría reforma agraria, justicia, verdad etc. Pero realmente votaron por estar cansados de la guerra. Y ahora que Uribe entra a negociar “cambios” volverán a votar que sí, independientemente del contenido de los cambios.
Constituyente
Las FARC pidieron una Constituyente desde muy temprano en el proceso pero aceptaron sin más la respuesta negativa del Estado. También lo aceptó la izquierda y las ONG, pues estas últimas, como buitres, van donde la plata y no había plata en seguir peleando por una Constituyente. Sin embargo, ahora se revive la idea. Una Constituyente no se puede hacer a las carreras, pero es la única posibilidad de dar vida a ese deseo de vivir en paz y a la vez construir un escenario para luchar contra la impunidad, las empresas mineras, las leyes de despojo entre otras cosas. Pero para hacer eso, el Polo, tiene que romper su alianza con el Estado, la derecha ha dicho que no está dispuesta a una paz a cualquier precio, así la izquierda también tiene que decir “paz sí, pero no a cualquier precio”, es decir todo lo contrario de los cuatro años que llevan de rodillas con el autoengaño de que un proceso de paz solucionaría todo. Cuando uno pide poco está garantizado que le van a dar menos
1 El Tiempo (29/09/2012) Entrevista con Vincenç Fisas www.eltiempo.com
2 Véase www.las2orillas.co ¿Que discutieron las FARC en sesión cerrada durante los 7 días de la X Conferencia?
3 Las cifras de la votación están disponibles en www.registraduria.gov.co