“Esa mujer se parecía a la palabra nunca”
J. G
José Joaquín Saldias.
Esta comunicación está dirigida a examinar las consecuencias de la conquista castellana en la ribera navarra, en particular el genocidio (a través de las ejecuciones y las violaciones de mujeres), la dispersión de independentistas con la deportación en masa de navarros hacia Andalucía y la repoblación de la ribera con extranjeros como política española para asegurar la sumisión y la colonización de la región. Para validar tal hipótesis se ha contextualizado con abundante documentación histórica un estudio de caso que ha trascendido en el tiempo y se ha mitificado con romántica pasión.
La historia de Ana de Velasco constituye un claro ejemplo de resistencia navarra a la opresión española. Tuvo lugar en el castillo de Marcilla durante la represión que las fuerzas de ocupación españolas llevaron a cabo en 1516, cuando el Cardenal Cisneros ordenó el derribo de las defensas y murallas de Navarra.
El episodio por el cual ha trascendido en la Historia acontece cuando en ausencia de su marido, el marqués de Falces, se negó a cumplir las órdenes que el coronel Hernando de Villalba pretendía imponer por la fuerza. Alzando los puentes del castillo, bajó el rastrillo y guarneció las almenas de ballesteros, impidiendo que derriben la fortaleza. La leyenda romántica agrega que los navarros premeditaron con astucia alcoholizar a los españoles y desarmarlos obligándoles a abandonar el lugar. La resistencia de los navarros y la muerte de Hernando de Villalba (célebre homicida) en el mismo año de 1516 contribuyó a que los invasores desistieran de su empresa de saqueo y destrucción.
Varios autores han escrito acerca de este episodio como Moret (S. XVI), Boissonade (S. XIX), Villoslada (S. XIX), Altadill (1917), Galbete (1946), Idoate (1981) y más recientemente Luis Melnik (2007).
Idoia Estornés Zubizarreta agrega que “La leyenda y la historiografía romántica del s. XIX convierten a esta brava mujer en una heroína de la defensa de Navarra contra la conquista castellana. La desobediencia debió de ser castigada ya que los marqueses de Falces aparecen incluidos en el perdón de 1524. Se desconocen, a falta de investigación, detalles personales de la vida de esta mujer.”
Más allá de la leyenda y a modo de contextualización, podemos intentar caracterizar el desolador panorama que sufrieron los navarros durante la conquista de su nación, a través del testimonio de sus protagonistas. El mismo coronel Villalba informó a Cisneros lo siguiente:
“Navarra esta tan baja de fantasía después que vuestra señoría reverendísima mandó derrocar los muros, que no hay hombre que alze ya la cabeza…” Pueblos incendiados, destierro de cientos de navarros, doncellas forzadas, confiscación de bienes y ejecuciones daban cuenta del éxito castellano.
La escalofriante confesión de violaciones y genocidio conmueve el ánimo: Francisco Alesón, nacido en Viana en 1634, afirma que “Se pasó a dejar yermas todas las Tierras de Navarra, como se había tratado, llevando todos sus Pobladores a la Andalucía, y a otras partes remotas. Cosa que jamás hicieron los Barbaros más inhumanos. Pues si algunos lo hicieron por temor, de que los recientemente conquistados, impelidos de su fidelidad no volviesen a su antiguo Dominio, esto fue trayendo otros de otras partes para la repoblación, y dando a unos y a otros sus justos equivalentes. Mas aunque esto se dejó, por ser cosa tan inhumana, no cesó del todo el daño; porque muchas pequeñas villas, y Aldeas, fueron enteramente arruinadas y despobladas, habiéndoles puesto fuego. De suerte que este desdichado Reyno en menos de quince días pareció muy otro, quedando yermos en gran parte sus fértiles campos, especialmente la Tierra llana, que comúnmente llaman La Ribera por la cercanía de los ríos Ebro, Aragón, Arga y Ega”.
La importancia de este testimonio nos permite comprender mejor el devenir de la Ribera navarra, debido a la deportación en masa de sus naturales navarros hacia Andalucía y su repoblación con gente “de otras partes”, no euskalduna, sin arraigo y sin identidad navarra. Estas acciones facilitaron el retroceso del euskera en la ribera. En la actualidad identificamos la continuidad del lingüicidio en la aplicación de la ley del euskera que asfixia a las ikastolas.
Por otro lado el testimonio deja ver que la política de Dispersión de independentistas viene de antiguo. ¿Cuál fue el destino de aquellos navarros deportados? ¿Fueron embarcados hacia América?
Habrá que preguntarse de qué manera el gobierno de Navarra conmemorará este genocidio que poco tiene que ver con la “voluntaria incorporación a castilla”.